Fundado en 1989, el Museo James A. Michener ocupa el edificio de la antigua prisión del estado de Bucks, construida en 1884 en Doylestown, Pensilvania.
Actualmente, el espacio está dedicado a la herencia artística y cultural del condado.
Como parte de su proyecto de ampliación, el museo quería construir un pabellón para eventos, un ámbito que pudiese acoger conferencias, seminarios, interpretaciones musicales y recepciones.
Como idea inicial, la dirección del museo quería situar el edificio frente a la antiguar cárcel. Sin embargo, el estudio de arquitectura Kieran Timberlake, a los cuales se les encargó el proyecto, decidieron construir un volumen de vidrio en el entorno de los jardines del museo, lo cual permitiría que la ampliación deseada tuviese una perspectiva continua del interior del museo, su privilegiado emplazamiento y de los espectaculares muros centenarios de la antigua prisión.
El principal problema con el que se encontró el estudio de arquitectura Kieran Timberlake, en este ambicioso proyecto era “¿Cómo podemos crear un espacio para eventos que envuelva a los visitantes y amplíe la superficie multifuncional en un pequeño museo?” Para lograr este reto, los arquitectos decidieron apostar por un ambicioso e icónico uso de piezas de vidrio estructural. De este modo el pabellón no solo respetaría su herencia patrimonial y mejoraría el paisaje, sino que además transmitiría a sus visitantes la sensación de un espacio amplio, etéreo y luminoso.
Junto con lo comentado, al situar el nuevo edificio en los jardines traseros, se atraería a los asistentes a través de los pasillos del museo involucrándolos con las piezas de arte expuestas e invitándoles a volver a visitar el museo.
El proyecto de ampliación comenzó en 2004, pero las obras no comenzaron hasta el año 2011. La apertura del pabellón al público se realizó en 2012.